Voy caminando por la antigua carretera que baja del despoblado pueblo minero de Las Menas hacia el pequeño pueblo de Serón. Voy pensando en lo que escribiré sobre el otoño en estas montañas y el Valle del Almanzora que vemos a sus pies.
El cielo es celeste intenso. El verano aun aguanta un poco en las horas centrales de esta mañana. Pero ya a la sombra de los pinos y de las paredes de roca que bordean el camino del barranco del arroyo Bolonor, el frescor del otoño se ha instalado. El cielo permanece despejado, con esa luminosidad de estas tierras altas de Almería, alejadas ya un poco del mar. El olor de los pastos secos, los hinojos, las manzanillas reales, los espliegos y romeros aromatizan el aire . Respirar es un placer único en estas alturas, unos 1000m sobre el nivel del mar.
Las choperas que asoman desde el fondo del barranco ya van cambiando su color verde por tonos más próximos al amarillo. Aún queda para esos tonos intensos que van desde el rojo brasa de los cerezos silvestres, pasando por el color anaranjado fuego de los servales, hasta llegar al amarillo oro de los chopos boleanos y aún al color chocolate de las hojas de los álamos de corteza plateada del país. Aún queda.
Pero la estación va avanzando. Lo veo en las acerolas que hemos recogido mi hijo Asier y yo esta mañana. Están en sazón. En ese punto de madurez en el que deciden dejar el árbol y seguir el camino que la gravedad le marca. El suelo está lleno de frutos rojo recién caídos. Los hemos saboreado. Ese gusto a manzana primitiva, que inunda la boca con el sabor aromático ligeramente dulce y ácido.
Algunas nos las comeremos aquí en La Posada del Candil, junto con nuestros visitantes. Otras, las prepararemos para convertirlas en un Licor de acerolas, después de su maceración en orujo. Este lo podrán probar los viajeros que se alejen de las rutas trilladas y decida salir del camino para coger el desvío que va hacia lo poco conocido, a lo que está aún por descubrir.
Ese viaje que se hace en el otoño que va desde fuera hacia dentro. Ese sentimiento de viaje de regreso a nuestro origen, a nuestro ser primordial, que está deseando reconectar con su esencia que le atrae a estas inmensidades silenciosas de montañas, luz, cielo y bosques junto al desierto.
Estamos aquí, en este lugar del mundo, preparados para recibiros como a alguien que retorna a casa tras un largo viaje.
Bienvenido Otoño, bienvenidos viajer@s.
Javier Morterero
Coordinador Experiencias Candil.